sábado, 29 de noviembre de 2008

El Kybalion - 1a Parte - Introducción


Filosofia Hermetica

Hermes Trismegisto, el tres veces grande. considerado el primer alquimista, a través de la tabla esmeralda y los siete principios herméticos universales, nos explica como funciona nuestro universo.

La tradición del Hermetismo es milenaria. Se originó, hace unos cinco mil años, en el antiguo Egipto. Se la atribuye a Thoth, que los griegos conocieron con el nombre de Hermes y los romanos como Mercurio. A esta tradición se han sumado los aportes de muchos filósofos Hermetistas durante estos cinco mil años.



El Hermetismo no debe ser confundido con el movimiento de la Nueva Era, Cienciología, Metafísica, Cibernética, Parapsicología, Espiritismo, ni con grupos de Psicoterapia o que busquen el desarrollo de fenómenos paranormales. Tampoco es un grupo con fines económicos o comerciales, ni está dirigido hacia personas con prejuicios religiosos, raciales, sociales o culturales, ni hacia los que deseen adquirir "poderes" sobre los demás.
Se dice que el Hermetismo tuvo su origen en la antigua cultura egipcia en los tiempos de Hermes Trismegisto. Independientemente del verdadero origen histórico de la filosofía, ésta se renueva milenio a milenio: es un movimiento en constante actualización. El Corpus Hermeticum se nutre, entre otras fuentes, de diversos textos tradicionales como lo son el Kybalión (y sus 7 principios), la Hermética (textos antiguos atribuidos a Hermes Trismegisto) o el libro Egipcio de los Muertos. Sin embargo, la mayor parte de la enseñanza se lleva a cabo en los grupos organizados (Montes o Capítulos) a manera de instrucción de "boca a oído".

Para el Hermetismo Dios es incognoscible. De ahí que, con frecuencia, se le llama "La Ley" o "El Gran Desconocido". La literatura clásica de Hermes le llama Nous, que quiere decir mente. Así, el problema se resuelve igualando a Dios a la Mente Universal que, de acuerdo con el Primer Principio Hermético, es la fuente de todo: "Todo es mente, el universo es mental."

Esos dos aspectos: el hecho de que Dios sea dado por sentado y que el esfuerzo del Hermetismo se centre en la evolución del hombre, como un proceso personal, hacen que el Hermetismo sea una Escuela de Misterio laica, dirigida al despertar de la conciencia.

Las escuelas de la antigüedad basaban sus enseñanzas en la Lógica, Retórica y Gramática, llamado el Trivium. De alguna manera, todos los aspectos de la cultura calzaban dentro de esa concepción tripartita. Hoy día, el Hermetismo moderno se mueve dentro de la Ciencia y el Esoterismo, como factores opuestos y complementarios. Se sabe que la ciencia se ocupa de todo lo que se cuenta, se pesa y se mide dentro de una tendencia cartesiana. Pero los Hermetistas creen que las cosas más importantes de la vida son aquellas que no se cuentan, no se pesan, ni se miden: como el amor, la autenticidad, la serenidad, la compasión y la alegría. De ahí que, en la mente del Hermetista, las ciencias de la materia y del espíritu, sean opuestas y complementarias. Por eso el Hermetista se ocupará de ambas.

 
Uno de los aspectos que ha caracterizado al Hermetismo a través de las edades ha sido su interés porque cada hombre le encuentre sentido a la vida. No se trata solamente de conocer las cosas en el aspecto intelectual. No se trata solamente de saber cómo, cuándo y dónde sino, más bien, por qué. El manejo de conocimientos útiles, permite el discernimiento para superar la mera indoctrinación de conceptos obsoletos y prejuiciados. Hablamos de la enseñanza que distingue entre información y valores, entre qué y por qué.

Aún otro aspecto que caracteriza la enseñanza Hermética y que debe haber calado hondo en el Renacimiento es la idea de las polaridades manifiestas en este mundo dual. La concepción del triunfo del hombre como algo formado de dos partes: los contenidos interiores del espíritu y la psique y los del mundo exterior, como partes necesariamente complementarias. Esto le permitía a los espíritus inquietos del Renacimiento, volcados hacia la gloria viva de lo griego, aunar los poderes de lo espiritual y lo interno con un mundo externo vital y placentero. Esa dualidad operacional, fue desarrollada por Descartes de una manera muy diferente. En Descartes el énfasis de la dualidad es la diferenciación. En el Hermetismo es la integración. Para Descartes la totalidad es igual a la suma de las partes. Para el Hermetismo la totalidad es producto de la interacción de las partes.

Tal vez una de las razones por las cuales los textos Herméticos han conservado su actualidad, a través de las edades, es porque giran en torno al hombre, su naturaleza, sus inquietudes, su poder y su gloria. Temas como la destrucción del planeta por el hombre, su torpeza en el manejo de la tecnología, su necesidad de afecto y trascendencia, los nexos entre todos los niveles de la realidad, los conceptos de universalidad e interconexión de las leyes físicas y espirituales, el énfasis en la meditación como el nexo ideal entre el hombre y la Totalidad.

 
Otro aspecto cimero del Hermetismo, desde la antigüedad, lo constituye el uso inteligente de la mente. Ideas como el optimismo y la positividad. La confianza en uno mismo, la entrega, la perseverancia, el uso de programaciones mentales para establecer nuevos estados de conciencia, siempre constituyeron aspectos medulares de la enseñanza del Hermetismo dirigida al crecimiento total del hombre. En el Hermetismo el hombre se siente henchido de la fuerza que la divinidad ha insuflado en él y que lo capacita para abarcar, con el poder de su mente y de su espíritu, todos los niveles de conciencia. "Me represento las cosas no por la visión de los ojos, sino por la energía espiritual que derraman sobre mi las Potencias divinas..."(Corpus Hermeticum). Será preciso que el hombre aprenda a manejar esa fuerza. El Hermetismo es una reafirmación de la condición espiritual del hombre y de su capacidad para regresar a la Fuente. "Considérate inmortal... si abrazas con tu mente todas las cosas.... Habrás llegado a la mayor semejanza con Dios y entonces lo conocerás mejor." (Corpus Hermeticum).













En la actualidad el hermetista valora y usa los instrumentos que le han sido dados para su mejoramiento continuo. Técnicas como la relajación, la concentración, la visualización, la programación mental son instrumentos milenarios que se han puesto de moda pero que, en el Hermetismo, han sido por siempre "el pan de cada día." Esas técnicas, unidas a la práctica continuada de la meditación, se constituyen en elementos poderosos que llevan al Hermetista a la salud física, emocional, mental y espiritual.

Toda esta valiosa enseñanza nos ha sido transmitida, primero en una forma oculta, después tras el velo del simbolismo y, hoy día, bajo el signo de la nueva ciencia. Pero siempre el Hermetista ha sido el depositario de esos secretos del saber y del hacer humano, del cual tantas Órdenes Esotéricas reconocen haberse alimentado. Hay algunos logros concretos a que el Hermetista tiene acceso a través de esta disciplina:

1. Autoconocimiento.
2. Autoconciencia.
3. Autovisión.
4. Conocimiento veraz del mundo.
5. Evolución consciente.
6. Manejo armonioso de sus vehículos. (Los siete "cuerpos").
7. Compresión total.
8. Amor al prójimo.
9. Conocer el real sentido y propósito de la evolución humana.
10. Capacidad de discernir lo verdadero de lo falso.
11. Acceso al conocimiento universal trascendente.
12. Expansión de la conciencia hacia el Ser Total.


 
Todo esto nos lleva a una realidad única. El Hermetismo ha permanecido durante miles de años como una disciplina viva, no libresca, de la cual se han nutrido grandes hombres y mujeres de la historia. Ha sido tal vez, como decían los mayas, el camino de los "no muchos." Pero ciertamente es un camino que ha sido transitado por grandes hombres a través de los milenios.

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Thot "El triunfo del Hermetismo"
Novus Ordo Seclorum







EL KYBALION
Los Tres iniciados






 

Introducción del Kybalion



Tenemos mucho gusto en presentar a la atención de los estudiantes e investigadores de las doctrinas secretas esta pequeña obra basada sobre las antiquísimas enseñanzas herméticas. Ha habido tan poco escrito sobre este tema, a pesar de las innumerables referencias a las enseñanzas en las muchas obras sobre ocultismo, que los muchos diligentes buscadores de las verdades arcanas darán indudablemente la bienvenida a la aparición del presente volumen.



El propósito de esta obra no es la enunciación de ninguna filosofía o doctrina especiales, sino más bien dar a los estudiantes una exposición de la verdad que servirá para reconciliar los muchos pedacitos de conocimiento oculto que puedan haber adquirido, pero que aparentemente son opuestos uno al otro y que sirven a menudo para desanimar y despistar al principiante en el estudio. Nuestro intento no es erigir un nuevo templo de conocimiento, sino más bien situar en las manos del estudiante una llave maestra con la que pueda abrir las muchas puertas internas en el templo del misterio a través de los mismos portales principales a los que ya ha entrado.

No hay porción de las enseñanzas ocultas poseídas por el mundo que haya sido tan cuidadosamente guardada como los fragmentos de las enseñanzas herméticas que han llegado hasta nosotros a lo largo de las decenas de centurias que han transcurrido desde la vida de su gran fundador, Hermes Trismegistus, el «escriba de los dioses», que residió en el antiguo Egipto en los días en que la raza presente de los hombres estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham, y, si las leyendas son verdaderas, un instructor de ese venerable sabio, Hermes fue, y es, el gran sol central del ocultismo, cuyos rayos han servido para iluminar las innumerables enseñanzas que han sido promulgadas desde su tiempo. Todas las enseñanzas fundamentales y básicas contenidas en las enseñanzas esotéricas de toda raza pueden ser atribuidas a Hermes. Incluso las más antiguas enseñanzas de la India tienen indudablemente sus raíces en las enseñanzas herméticas originales.

Desde la tierra del Ganges muchos avanzados ocultistas viajaron a la tierra de Egipto, y se sentaron a los pies del maestro. De él obtuvieron la llave maestra que explicaba y reconciliaba sus puntos de vista divergentes, y así fue firmemente establecida la doctrina secreta. De otras tierras vinieron también los instruidos, todos los cuales consideraban a Hermes como el maestro de maestros, y su influencia fue tan grande que a pesar de las desviaciones del sendero por parte de los cientos de instructores en estas diferentes tierras, aún puede encontrarse un cierto parecido y correspondencia básicos que subyacen a las muchas y a menudo divergentes teorías mantenidas y enseñadas por los ocultistas de estas diferentes tierras hoy en día. El estudiante de las religiones comparadas será capaz de percibir la influencia de las enseñanzas herméticas en toda religión merecedora del nombre, conocida ahora por el hombre, sea una religión muerta o una en completo vigor en nuestro propio tiempo. Hay siempre una cierta correspondencia a pesar de los rasgos contradictorios, y las enseñanzas herméticas actúan como el gran reconciliador.

El trabajo de la vida de Hermes parece haber sido en la dirección de plantar la gran semilla de la verdad que ha crecido y florecido en santísimas formas extrañas, más que en establecer una escuela de filosofía que dominara el pensamiento del mundo. Pero, no obstante, las verdades originales enseñadas por él han sido conservadas intactas en su pureza original por unos pocos hombres en cada edad, que rehusando a grandes números de estudiantes y seguidores desarrollados a medias, siguieron la costumbre hermética y reservaron su verdad para los pocos que estaban listos para comprenderla y amaestrarla. De labio a oído, la verdad ha sido transmitida entre los pocos. Siempre ha habido unos pocos iniciados en cada generación, en los diversos países de la tierra, que mantuvieron viva la llama sagrada de las enseñanzas herméticas, y ésos siempre han estado deseosos de usar sus lámparas para reencender las lámparas menores del mundo externo, cuando la luz de la verdad se volvía sombría, y nublada por la negligencia, y cuando las mechas se obstruían con materia extraña. Siempre hubieron unos pocos para atender fielmente al altar de la verdad, sobre el que se mantenía encendida la lámpara perpetua de la sabiduría. Estos hombres dedicaron sus vidas a la labor de amor que el poeta ha establecido tan bien en sus versos:

«¡Oh, no dejes que se extinga la llama! Protegida edad tras edad en su oscura caverna en sus santos templos cuidada. Alimentada por sacerdotes puros de amor- ¡no dejes que se extinga la llama!»

Estos hombres nunca han buscado la aprobación popular ni una multitud de seguidores. Son indiferentes a estas cosas, pues saben cuán pocos hay en cada generación que estén preparados para la verdad, o que la reconocerían si les fuera presentada. Reservan la «carne fuerte para los hombres», mientras otros proporcionan la «leche para los bebés». Reservan sus perlas de sabiduría para los pocos elegidos, que reconocen su valía y que las llevan en sus coronas, en vez de arrojarlas delante del vulgar puerco materialista, que las pisotearía en el fango y las mezclaría con su repugnante alimento mental. A pesar de eso, estos hombres nunca han olvidado las enseñanzas originales de Hermes, considerando el traspaso de las palabras de la verdad a esos preparados para recibirlas, enseñanza que está establecida en El Kybalion como sigue: «Donde caen las pisadas del maestro, los oídos de aquellos listos para su enseñanza se abren de par en par.» Y de nuevo: «Cuando los oídos del estudiante están listos para oír, vienen los labios a llenarlos con sabiduría.» Pero su actitud acostumbrada ha estado siempre estrictamente de acuerdo con el otro aforismo hermético. También en El Kybalion: «Los labios de la sabiduría están cerrados, excepto para los oídos del entendimiento.»

Hay quienes han criticado esta actitud de los hermetistas, y han proclamado que no manifestaban el espíritu apropiado en su política de reclusión y reticencia. Pero una ojeada momentánea hacia atrás sobre las páginas de la historia mostrará la sabiduría de los maestros, que sabían de la estupidez de intentar enseñar al mundo algo para lo que no estaba ni preparado ni deseoso de recibir. Los hermetistas nunca han buscado ser mártires, y se han sentado, en cambio, a un lado con una compadecedora sonrisa en sus labios cerrados, mientras los «paganos se enfurecían ruidosamente alrededor suyo» con su perversa costumbre de llevar a la muerte y la tortura a los entusiastas honestos, pero descaminados, que imaginaban que podían forzar, sobre una raza de bárbaros, la verdad capaz de ser entendida sólo por el elegido que había avanzado a lo largo del sendero. Y el espíritu de persecución no ha muerto aún en la tierra.

Hay ciertas enseñanzas herméticas que, si se promulgasen públicamente, atraerían sobre los instructores un gran grito de escarnio y contumelia proveniente de la multitud, que elevaría de nuevo el grito de «¡Crucificad! ¡Crucificad!».

En esta pequeña obra nos hemos esforzado por daros una idea de las enseñanzas fundamentales de El Kybalion, haciendo lo posible por daros los principios funcionales, dejándoos que los apliquéis vosotros mismos, antes que intentar desarrollar la enseñanza en detalle. Si eres un verdadero estudiante, serás capaz de desarrollar y aplicar estos principios; si no, entonces debes convertirte en uno, pues de otro modo las enseñanzas herméticas serán como «palabras, palabras, palabras» para ti.

LOS TRES INICIADOS



Iniciación en el Antiguo Egipto


Es un paseo por los rituales que se llevaban a cabo en el antiguo Egipto para iniciar a los adeptos en sus misterios.