domingo, 30 de noviembre de 2008

El Kybalion - 12a Parte - Ritmo


CAPÍTULO XI

RITMO

«Todo fluye afuera y adentro; todo tiene sus mareas; todas las cosas se elevan y caen; la oscilación del péndulo se manifiesta en todo; la medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.»

El Kybalion.

El gran quinto principio hermético -el principio de ritmo- incorpora la verdad de que en todo hay manifestada una moción medida; un movimiento hacia delante y hacia atrás; un flujo y un influjo; una oscilación hacia delante y hacia atrás; un movimiento como de péndulo; una mengua y una crecida como de marea; entre los dos polos manifiestos sobre los planos físico, mental o espiritual. El principio de ritmo está conectado estrechamente con el principio de polaridad descrito en el capítulo precedente.

El ritmo se manifiesta entre los dos polos establecidos por el principio de polaridad. Esto no significa, sin embargo, que el péndulo del ritmo oscile hasta los polos extremos, pues esto raramente sucede; de hecho, es difícil establecer los opuestos polares extremos en la mayoría de los casos. Pero la oscilación es siempre «hacia» un polo primero y después el otro.

Hay siempre una acción y una reacción; un avance y una retirada; una elevación y un hundimiento; manifestados en todos los aires y fenómenos del universo. Soles, mundos, hombres, animales, plantas, minerales, fuerzas, energía, mente y materia, sí, incluso espíritu, manifiestan este principio. El principio se manifiesta en la creación y destrucción de mundos; en la elevación y caída de naciones; en la historia de la vida de todas las cosas; y finalmente en los estados mentales del hombre.

Comenzando con las manifestaciones del espíritu -el TODO- se notará que siempre hay la efusión y la absorción; la «expiración e inspiración de Brahma», como los brahmanes lo ponen. Los universos son creados; alcanzan su punto bajo extremo de materialidad; y entonces comienzan su oscilación hacia arriba. Los soles brotan al ser, y entonces, alcanzada su cima de poder, el proceso de retrogresión comienza, y se convierten en masas muertas de materia, aguardando otro impulso que despierta de nuevo sus energías internas a la actividad y un nuevo ciclo de vida solar comienza.

Así es con todos los mundos; nacen, crecen y mueren; sólo para renacer. Y así es con todas las cosas de contorno y forma; oscilan de la acción a la reacción, del nacimiento a la muerte, de la actividad a la inactividad, y entonces de vuelta de nuevo. Así es con todas las cosas vivientes: nacen, crecen y mueren, y renacen entonces. Así es con todos los grandes movimientos, filosofías, credos, modas, gobiernos, naciones y todo lo demás: nacimiento, crecimiento, madurez, decadencia, muerte, y entonces nuevo nacimiento. La oscilación del péndulo está siempre en evidencia.

La noche sigue al día, y el día a la noche. El péndulo oscila de verano a invierno, y entonces de vuelta de nuevo. Los corpúsculos, átomos, moléculas y todas las masas de materia, oscilan alrededor del círculo de su naturaleza. No hay tal cosa como el reposo absoluto, o la cesación del movimiento, y todo movimiento participa del ritmo. El principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier interrogante o fenómeno de cualquiera de las muchas fases de la vida. Puede ser aplicado a todas las fases de actividad humana. Hay siempre la oscilación rítmica de un polo al otro. El péndulo universal está siempre en moción. Las mareas de vida fluyen adentro y afuera, de acuerdo a la ley.

El principio de ritmo es bien entendido por la ciencia moderna, y considerado una ley universal cuando se aplica a cosas materiales. Pero los hermetistas llevan el principio mucho más lejos, y saben que sus manifestaciones e influencia se extienden a las actividades mentales del hombre, y que da cuenta de la desconcertante sucesión de humores, sentimientos y otros cambios fastidiosos y aperplejantes que advertimos en nosotros mismos. Pero los hermetistas estudiando las operaciones de este principio han aprendido a escapar de algunas de sus actividades por transmutación.

Los maestros herméticos descubrieron hace mucho que mientras que el principio de ritmo era invariable, y siempre en evidencia en los fenómenos mentales, había sin embargo dos planos de su manifestación hasta donde están concernidos los fenómenos mentales. Descubrieron que había dos planos generales de conciencia, el inferior y el superior, la comprensión de cuyo hecho les capacitó a elevarse al plano superior y escapar así a la oscilación del péndulo rítmico que se manifestaba en el plano inferior. En otras palabras, la oscilación del péndulo ocurría en el plano inconsciente, y la consciencia no era afectada. A esta la llamaron la ley de neutralización.

Sus operaciones consisten en la elevación del ego por encima de las vibraciones del plano inconsciente de actividad mental, de modo que la oscilación negativa del péndulo no se manifiesta en la conciencia, y por consiguiente no son afectados. Es similar a elevarse por encima de una cosa y dejarla pasar por debajo suyo. El maestro hermético, o el estudiante avanzado, se polariza en el polo deseado, y por un proceso semejante a «rehusarse» a participar en la oscilación hacia atrás, o, si prefreís, una «negación» de su influencia sobre él, se mantiene firme en su posición polarizada, y permite que el péndulo mental oscile hacia atrás a lo largo del plano inconsciente.

Todos los individuos que han alcanzado algún grado de automaestría, realizan esto, más o menos sin saberlo, y rehusándose a permitir que sus humores y estados mentales negativos les afecten, aplican la ley de neutralización. El maestro, sin embargo, lleva esto a un grado mucho mayor de eficiencia, y por el uso de su voluntad alcanza un grado de equilibrio y firmeza mental casi imposible de creer por parte de esos que permiten ser oscilados hacia atrás y hacia adelante por el péndulo mental de los humores y los sentimientos.

La importancia de esto será apreciada por cualquier persona reflexiva que realice qué criaturas de humores, sentimientos y emociones son la mayoría de la gente, y cuán poca maestría de sí mismos manifiestan. Si queréis deteneros y considerar un momento, realizaréis cuánto os han afectado estas oscilaciones del ritmo en vuestra vida; cómo un período de entusiasmo ha sido seguido invariablemente por un sentimiento y humor opuesto de depresión. Igualmente, vuestros humores y períodos de coraje han sido seguidos por humores iguales de miedo. Y así ha sido siempre con la mayoría de las personas; siempre se han elevado y caído con ellas mareas de sentimiento, pero nunca han sospechado la causa o razón de los fenómenos mentales.

Un entendimiento del funcionamiento de este principio le dará a uno la llave de la maestría de estas oscilaciones rítmicas del sentimiento, y le capacitará para conocerse mejor y evitar ser arrastrado por estos influjos y eflujos. La voluntad es superior a la manifestación consciente de este principio, aunque el principio mismo nunca puede ser destruido. Podemos escapar a sus efectos, pero el principio opera, no obstante. El péndulo siempre oscila, aunque podamos escapar a ser arrastrados con él.

Hay otros rasgos de la operación de este principio de ritmo de los que deseamos hablar en este punto. Entra en sus operaciones la que es conocida como ley de compensación. Una de las definiciones o significados de la palabra «compensar» es «contrarrestar», que es el sentido en el que los hermetistas usan el término. Es a esta ley de compensación a la que se refiere El Kybalion cuando dice: «La medida de la oscilación hacia la derecha es la medida de la oscilación hacia la izquierda; el ritmo compensa.»

La ley de compensación es que la oscilación en una dirección determina la oscilación en dirección opuesta o al polo opuesto -uno equilibra o contrarresta al otro-. Sobre el plano físico vemos muchos ejemplos de esta ley. El péndulo del reloj oscila una cierta distancia hacia la derecha, y después una distancia igual hacia la izquierda. Las estaciones se equilibran una a la otra del mismo modo. Las mareas siguen la misma ley. Y la misma ley está manifestada en todos los fenómenos del ritmo.

El péndulo, con una oscilación corta en una dirección, no tiene sino una oscilación corta en la otra; mientras que la oscilación larga hacia la derecha significa invariablemente la oscilación larga hacia la izquierda. Un objeto arrojado hacia arriba hasta una cierta altura tiene una distancia igual que atravesar en su retorno. La fuerza con la que es enviado hacia arriba un proyectil una milla se reproduce cuando el proyectil retorna a la tierra en su viaje de retorno. Esta ley es constante sobre el plano físico, como os lo mostrará la referencia a las autoridades modelo.

Pero los hermetistas la llevan aún más lejos. Enseñan que los estados mentales de un hombre están sujetos a la misma ley. El hombre que goza agudamente, está sujeto a agudo sufrimiento, mientras que aquel que no siente sino poco dolor no es capaz de sentir sino poco gozo. El cerdo no sufre sino poco mentalmente, y no goza sino poco -está compensado-. Y por otra parte, hay otros animales que gozan agudamente, pero cuyo organismo nervioso y temperamento les hace sufrir grados exquisitos de dolor. Y así es con el hombre.

Hay temperamentos que no permiten sino bajos grados de regocijo, y grados de sufrimiento igualmente bajos; mientras que hay otros que permiten el más intenso regocijo, pero también el más intenso sufrimiento. La regla es que la capacidad para el dolor y el placer, en cada individuo, están equilibradas. La ley de compensación está en plena operación aquí.

Pero los hermetistas van aún más lejos en esta cuestión. Enseñan que antes de que uno sea capaz de gozar de un cierto grado de placer, debe haber -oscilado igual de lejos, proporcionalmente, hacia el otro polo de sentimiento. Sostienen, sin embargo, que el negativo es precedente al positivo en esta cuestión, esto es, que al experimentar un cierto grado de placer no se sigue que tendrá que «pagar por él» con un grado de dolor correspondiente; al contrario, el placer es la oscilación-rítmica, de acuerdo con la ley de compensación, por un grado de dolor experimentado previamente, sea en la vida presente o en una encarnación anterior. Esto arroja una nueva luz sobre el problema del dolor.

Los hermetistas consideran la cadena de vidas como continua, y como formando una parte de una vida del individuo, de modo que en consecuencia la oscilación rítmica se entiende de este modo, mientras que estaría sin significado a no ser que se admitiese la verdad de la reencarnación.

Pero los hermetistas alegan que el maestro o estudiante avanzado es capaz, hasta un gran grado, de escapar a la oscilación hacia el dolor, por el proceso de neutralización antes mencionado. Elevándose al plano superior del ego, mucha de la experiencia que les viene a los que residen en el plano inferior es evitada y se escapa a ella. La ley de compensación juega una parte importante en las vidas de hombres y mujeres. Se notará que uno generalmente «paga el precio» de cualquier cosa que posee o carece. Si tiene una cosa, carece de otra -el equilibrio es derribado-. Nadie puede «conservar su penique y tener el pedacito de pastel» al mismo tiempo.

Todo tiene sus lados placenteros y desagradables. Las cosas que uno gana son pagadas siempre por las cosas que uno pierde. El rico posee mucho de que el pobre carece, mientras que el pobre posee a menudo cosas que están más allá del alcance del rico.

El millonario puede tener la inclinación hacia el festín, y la riqueza por la que asegurar todas las exquisiteces y lujos de la mesa, mientras que carece del apetito para gozar de los mismos; él envidia el apetito y digestión del obrero, que carece de la riqueza e inclinaciones del millonario, y que obtiene más placer de su simple alimento que el millonario podría obtener incluso si su apetito no estuviera hastiado, ni su digestión arruinada, pues las necesidades, hábitos e inclinaciones difieren. Y así es a través de la vida. La ley de compensación está siempre en operación, esforzándose por equilibrar y contraequilibrar, y siempre consiguiéndolo con el tiempo, incluso aunque puedan requerirse varias vidas para la oscilación de retorno del péndulo del ritmo.