domingo, 30 de noviembre de 2008

El Kybalion - 10a Parte - Vibración


CAPÍTULO IX

VIBRACIÓN

«Nada descansa; todo se mueve; todo vibra.»

El Kybalion.

El gran tercer principio hermético -el principio de vibración- incorpora la verdad de que la moción está manifiesta en toda cosa en el universo: que nada está en reposo, que todo se mueve, vibra y gira. Este principio hermético fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos que lo incorporaban en sus sistemas. Pero fue perdido de vista durante siglos por los pensadores fuera de las filas herméticas. Mas en el siglo XIX la ciencia física redescubrió la verdad y los descubrimientos científicos del siglo XX han añadido pruebas adicionales en la corrección y verdad de esta doctrina hermética vieja por siglos.

Las enseñanzas herméticas son que no sólo está toda cosa en movimiento y vibración constantes, sino que las «diferencias» entre las diversas manifestaciones del poder universal son debidas enteramente al grado y modo variables de las vibraciones. No sólo esto, sino que incluso EL TODO, en sí mismo, manifiesta una vibración constante de un grado infinito de intensidad y rápida moción tal que puede ser prácticamente considerado en reposo, dirigiendo los instructores la atención de los estudiantes al hecho de que incluso en el plano físico un objeto moviéndose rápidamente (tal como una rueda giratoria) parece estar en reposo. Las enseñanzas son que el espíritu está en un extremo del polo de vibración, siendo el otro polo ciertas formas de materia extremadamente groseras. Entre estos dos polos hay millones sobre millones de grados y modos de vibración diferentes.

La ciencia moderna ha probado que todo lo que llamamos materia y energía no son sino «modos de movimiento vibratorio», y algunos de los científicos más avanzados se están moviendo rápidamente hacia la posición de los ocultistas que sostienen que los fenómenos de la mente son igualmente modos de vibración o moción. Veamos qué tiene que decir la ciencia concerniente a la cuestión de las vibraciones en la materia y la energía.

En primer lugar, la ciencia enseña que toda materia manifiesta, en algún grado, las vibraciones que surgen de la temperatura o el calor. Esté un objeto frío o caliente -no siendo ambos sino grados de las mismas cosas- manifiesta ciertas vibraciones de calor, y en ese sentido está en movimiento y vibración. Además todas las partículas de materia están en movimiento circular, desde el corpúsculo hasta los soles. Los planetas revolucionan alrededor de soles, y muchos de ellos giran sobre sus ejes. Los soles se mueven alrededor de mayores puntos centrales, y se cree que éstos se mueven alrededor de otros aún mayores, y así sucesivamente, ad infinitum.

Las moléculas de que están compuestas las clases particulares de materia están en un estado de vibración y en movimiento constantes una alrededor de la otra y una contra la otra. Las moléculas están compuestas de átomos, que, igualmente, están en un estado de movimiento y vibración constantes. Los átomos están compuestos de corpúsculos, a veces llamados «electrones», «iones», etcétera, que también están en un estado de rápida moción, revolucionando uno alrededor del otro, y que manifiestan un estado y modo de vibración muy rápido. Y vemos, pues, que todas las formas de materia manifiestan vibración, de acuerdo con el principio hermético de vibración.

Y así ocurre con las diversas formas de energía. La ciencia enseña que luz, calor, magnetismo y electricidad no son sino formas de moción vibratorio conectadas de algún modo con, y probablemente emanando del, éter. La ciencia todavía no intenta explicar la naturaleza de los fenómenos conocidos como cohesión, que es el principio de atracción molecular; ni la afinidad química, que es el principio de atracción atómica; ni la gravitación (el más grande misterio de los tres), que es el principio de atracción por el que toda partícula o masa de materia está ligada a toda otra partícula o masa. Estas tres formas de energía no son todavía entendidas por la ciencia, sin embargo los escritores se inclinan a la opinión de que éstas también son manifestaciones de alguna forma de energía vibratorio, un hecho que los hermetistas han sostenido y enseñado durante edades pasadas.

El éter universal, que es postulado por la ciencia sin que su naturaleza sea entendida claramente, se sostiene por los hermetistas que no es sino una manifestación superior de eso que se llama erróneamente materia, es decir, materia en un grado superior de vibración- y es llamado por ellos «la sustancia etérea». Los hermetistas enseñan que esta sustancia etérea es de tenuidad y elasticidad extremas, y compenetra el espacio universal, sirviendo como un medio de transmisión de ondas de energía vibratorio, tales como calor, luz, electricidad, magnetismo, etc. Las enseñanzas son que la sustancia etérea es un vínculo conector entre las formas de energía vibratorio conocidas como «materia», por una parte, y «energía o fuerza», por otra; y también que manifiesta un grado de vibración, en frecuencia y modo, enteramente propio.

Los científicos han ofrecido la ilustración de una rueda, peonza o cilindro, moviéndose rápidamente para mostrar los efectos de frecuencias de vibración crecientes. La ilustración supone una rueda, peonza o cilindro en revolución, corriendo a un bajo grado de velocidad -llamaremos a esta cosa revolucionante «el objeto» al seguir la ilustración-. Supongamos que el o ello se mueve lentamente. Puede verse fácilmente, pero ningún sonido de su movimiento alcanza al oído. La velocidad es gradualmente incrementada. En unos pocos momentos su movimiento se vuelve tan rápido que puede oírse un gruñido profundo o nota baja. Entonces conforme la frecuencia se incrementa la nota se eleva una vez en la escala musical. Después,, siendo aumentada todavía más la moción, se distingue la siguiente nota más elevada. Después, una después de la otra, aparecen todas las notas de la escala musical, elevándose cada vez más alto conforme la moción se incremento.

Finalmente, cuando los movimientos han alcanzado una cierta frecuencia, se alcanza la nota final perceptible a los oídos humanos y el chillido, agudo y penetrante, se desvanece y sigue el silencio. No se oye ningún sonido proveniente del objeto en revolución, siendo la frecuencia de moción tan alta que el oído humano no puede registrar las vibraciones. Entonces viene la percepción de grados de calor en aumento. Después, tras de un buen rato, el ojo capta un vislumbre de que el objeto se está volviendo de un color rojizo apagado oscuro.

Conforme se incremento la frecuencia, el rojo se vuelve más brillante. Entonces, conforme la velocidad es aumentada, el rojo se funde en un naranja. El naranja se funde en un amarillo. Entonces siguen, sucesivamente, los tonos de verde, azul, índigo y, finalmente, violeta, conforme aumenta el grado de velocidad. Entonces el violeta se desvanece, y desaparece todo color, no siendo capaz el ojo humano de registrarlos. Pero hay rayos invisibles emanando del objeto revolucionante, los rayos que se usan al fotografiar, y otros rayos sutiles de luz. Entonces comienzan a manifestarse los peculiares rayos conocidos como los «rayos X», etc., conforme cambia la constitución del objeto. Cuando se alcanza el grado de vibración apropiado, se emiten electricidad y magnetismo.

Cuando el objeto alcanza una cierta frecuencia de vibración sus moléculas se desintegran, y se resuelven en los elementos o átomos originales. Entonces los átomos, siguiendo el principio de vibración, son separados en los incontables corpúsculos de que están compuestos. Y finalmente, incluso los corpúsculos desaparecen y puede decirse que el objeto está compuesto de la sustancia etérea. La ciencia no se atreve a seguir más lejos la ilustración, pero los hermetistas enseñan que si las vibraciones se incrementasen continuamente el objeto remontaría los estados sucesivos de manifestación y manifestaría a su vez las diversas etapas mentales, y después continuando hacia el espíritu, hasta que finalmente reentraría al TODO, que es espíritu absoluto.

El «objeto», sin embargo, habría cesado de ser un «Objeto» mucho antes de que se alcanzase la etapa de sustancia etérea, pero por otra parte la ilustración es correcta en tanto en cuanto que muestra el efecto de grados y modos de vibración constantemente incrementados. Debe recordarse, en la ilustración de arriba, que en las etapas en las que el «objeto» arroja vibraciones de luz, calor, etc., no se «resuelve» realmente en esas formas de energía (que están mucho más arriba en la escala), sino que simplemente alcanza un grado de vibración en el que esas formas de energía son liberadas, en un grado, de la confinante influencia de sus moléculas, átomos y corpúsculos, según sea el caso.

Estas formas de energía, aunque mucho más elevadas en la escala que la materia, están aprisionadas y confinadas en las combinaciones materiales, en razón de las energías que se manifiestan a través de, y usan formas materiales, aunque quedando así atrapadas y confinadas en sus creaciones de formas materiales, lo que, hasta cierto punto, es cierto de todas las creaciones, quedando la fuerza creadora envuelta en su creación.

Pero las enseñanzas herméticas van mucho más lejos de lo que lo hacen las de la ciencia moderna. Enseñan que toda manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad o deseo, o cualquier estado o condición mental, está acompañado por vibraciones, una porción de las cuales son arrojadas y tienden a afectar a las mentes de otras personas por «inducción». Éste es el principio que produce los fenómenos de la «telepatía»; la influencia mental, y otras formas de la acción y el poder de mente sobre mente, con las que el público general se está familiarizando rápidamente, debido a la amplia diseminación de conocimiento oculto por las diversas escuelas, cultos e instructores a lo largo de estas líneas en este tiempo.

Todo pensamiento, emoción o estado mental tiene su grado y modo de vibración correspondiente. Y por un esfuerzo de la voluntad de la persona, o de otras personas, estos estados mentales pueden ser reproducidos, igual que un tono musical puede ser reproducido haciendo vibrar un instrumento a una cierta frecuencia -igual que el color puede ser reproducido del mismo modo. Por un conocimiento del principio de vibración, aplicado a los fenómenos mentales, uno puede polarizar su mente en cualquier grado que desee, consiguiendo así un control perfecto sobre sus estados mentales, humores, etc. Del mismo modo puede afectar las mentes de otros, produciendo en ellos los estados mentales deseados. En breve, puede ser capaz de producir sobre el plano mental lo que la ciencia produce sobre el plano físico -a saber, «vibraciones a voluntad»-.

Este poder desde luego sólo puede adquiriese por la instrucción, ejercicios, práctica, etc., apropiados, siendo la ciencia la de la transmutación mental, una de las ramas del arte hermético.

Una pequeña reflexión de lo que hemos dicho le mostrará al estudiante que el principio de vibración subyace en los maravillosos fenómenos de poder manifestados por los maestros y adeptos, que son capaces de dejar a un lado aparentemente las leyes de la Naturaleza, pero que, en realidad, están simplemente usando una ley contra otra, un principio contra otros; y que consiguen sus resultados cambiando las vibraciones de los objetos materiales, o formas de energía, y ejecutan así lo que comúnmente se llaman «milagros».

Como ha dicho con verdad uno de los antiguos escritores herméticos: «Aquel que entiende el principio de vibración, ha captado el cetro del poder.»